CLASE #3
Buen día chicos, a partir de este momento podrán empezar a consultar la clase numero 3, les dejo el enlace para poder ver el vídeo https://www.youtube.com/watch?v=Dt9DTCv_zgY&feature=youtu.be igualmente les dejo otros enlaces para que puedan apreciar con otra información los temas que estamos tratando, posterior a ello les dejo información para poder entender mejor el vídeo anterior, y les invito a consultar la actividad que se encuentra hasta abajo para esta primera sesión y desde luego cumplir con las formalidades señaladas, gracias.
HISTORIA DE MESOAMERICA Y DE LA NUEVA ESPAÑA
MATERIAL INFORMATIVO DEL VÍDEO 3
APRENDIZAJES ESPERADOS DE TODO EL VÍDEO
El alumno:
10) Identifica la importancia de la segunda rebelión indígena de Cisteil, encabezada por Jacinto Canek.
11) Analiza las repercusiones del proceso de independencia de Yucatán, identificando las causas y consecuencias de la lucha entre los federalistas y centralistas.
12) Analiza las causas y consecuencias del conflicto armado denominado “Guerra de Castas”, señalando la importancia del establecimiento de la Monarquía Francesa y sus repercusiones en Yucatán.
13) Compara los principales acontecimientos (políticos-económicos) que se vivieron en Yucatán durante el periodo del periodo del porfiriato, identificando su influencia en las grandes haciendas henequeneras.
________________________________________________________________________________
1 0) Identifica la importancia de la segunda rebelión indígena de Cisteil, encabezada por Jacinto Canek.
Proclamación de la Independencia
Yucatán no carecía del sentimiento independentista de la nueva España ya qué el grupo liberal de los Sanjuanistas desde 1812 había apoyado las reformas de la constitución de Cádiz. Lorenzo de Zavala en 1818 sostuvo la llamada confederación patriótica que profesaba la idea de que el pueblo podía hacerse justicia por sí misma y relevar a sus autoridades.
El 15 de setiembre de 1821, dos días después que Campeche se reunieron los diputados, los alcaldes y regidores del ayuntamiento, los síndicos, los empleados superiores de Hacienda, los jefes militares, los canónigos, los cinco curas de la ciudad así como un buen número de ciudadanos, sin distinción, con el fin de discutir las noticias recibidas del gobernador de Tabasco. Este informaba que su provincia había sido invadida por el ejército independista y que de inmediato se proclamó la Independencia, tal y como se venía haciendo en las ciudades del centro de México. Tras una larga deliberación, la reunión de Mérida acordó proclamar la independencia de Yucatán del gobierno de España, el gobernador José María Echeverrí proclamó la independencia de Yucatán el 15 de septiembre de 1821, convirtiéndose de esta manera en el último gobernante colonial de Yucatán
Así, el 2 de noviembre se oficializo y juro públicamente la independencia. Se anunció la nueva monarquía de Agustín de Iturbide con la insignia de Emperador de México.
Yucatán en favor de la república
Existían dos grandes grupos masónicos, la escocesa y la Yorkina.
El país estaba divididos, en centralistas, federalistas, los escoceses los yorkinos, los liberales y los conservadores.
En 1822 Iturbide fue coronado Emperador de México
Yucatán, haciendo honor a su tradición liberal sanjuanista y a sus ideales democráticos, se definió en aquella situación declarándose en favor de la forma republicana de gobierno, aunque ésta debería ser federal.
Pugna entre el federalismo y el centralismo en México y sus repercusiones en Yucatán
El fracaso del imperio se debió a los violentos impulsos absolutistas de Iturbide, los cuales contribuyeron al creciente desacuerdo en su contra. El establecimiento de la república se consideró que era el sistema gubernativo que mejor satisfacía los ideales de soberanía popular, libertad y justicia. Pero al ponerse en marcha el proyecto republicano aparecieron dos tendencias que correspondían a los antecedentes sociopolíticos más importantes de los sectores de la población la federalista y la centralista.
Los federalistas simpatizaban por una república democrática y representativa, con división de poderes en las que fuera respaldado los derechos de las provincias entre (estado) que la integraban y el de sus habitantes. Entre las figuras representativas destacó Valentín Gómez Farías quien le dio un extraordinario impulso al sistema federal dentro de los principios liberales
Los centralistas querían un régimen autoritario en el que el poder presidencial fuese ejercido en todo el territorio del país. A esta tendencia ingresaron muchos iturbidistas y ex monárquicos entre ellos Fray Servando Teresa de Mier.
Los conservadores, por su parte, no perdieron oportunidad para mostrarse partidarios del centralismo.
Debido a que fracasó la primera República Federal, el congreso construyó una comisión para elaborar un proyecto de reforma y el 23 de octubre se promulgó las bases constitucionales y después, el 30 de diciembre de 1836 se generó las siete leyes o constitución centralista
Ante esta situación, el Congreso convocó a elecciones de 1837, los candidatos eran Nicolás Bravo, Lucas Alemán y Anastasio Bustamante.
Bustamante quien gobernó solamente cuatro años y en dos ocasiones tuvo que dejar la presidencia en manos de Santa Ana. Durante la presidencia de Bustamante sucedieron desastres naturales, una invasión de Francia y la independencia de Yucatán.
La separación de Yucatán se enmarcó dentro de un movimiento federalista que inició el 29 de mayo de 1839.
Primer golpe centralista
El primer golpe centralista en Yucatán fue en 1829 y su origen fueron algunas dificultades surgidas entre el gobernador López Constante y el General Felipe Codallos quien desempeñaba la comandancia militar del Estado.
Disgustado por la actitud de Felipe Codallos, el gobernador solicitó su destitución y se hizo cargo interinamente de la comandancia el coronel Juan Segundo Carvajal, con cuartel en Campeche. Dicho cambio lejos de mejor la situación la agravo.
La llegada de rumores que los generales Bustamante y Santa Ana preparaban una sublevación para derrocar al Presidente Guerrero influyeron en Yucatán.
En el acta que firmaron el 6 de noviembre de 1829, los descontentos del dieron forma a la rebelión, desconociendo a toda las autoridades legales del Estado.
Los centralistas dominaron rápidamente la península, al sumarse a ellos la guarnición de Mérida, López Constante expresó que: “Yucatán no volvería a la confederación mexicana hasta que estado dará la forma de gobierno federal”.
Informado el Presidente Guerrero de lo acontecido en Yucatán, envió a Lorenzo de Zavala como comisionado especial para invitar a los provincianos a volver al pacto federal y someterse a la autoridad nacional. Con la mentalidad militarista de Carvajal, no tomó en cuenta los antecedentes y la personalidad política de Zavala y después de prohibirle abandonar Sisal, a donde había llegado le advirtió que sí se presentaba de nuevo en suelo peninsular, sería fusilado de inmediato.
Carvajal convocó a una junta que tuvo lugar en Calkiní el 12 de noviembre de 1830, para nombrar a los diputados que debería representar a Yucatán ante el congreso nacional pero no fueron aceptados en México.
El siguiente paso fue la convocatoria de elecciones de mandatario, mismas que favorecieron a Carvajal como gobernador, mismo que cambió su sede a Campeche, le fueron otorgadas facultades extraordinarias para expulsar sin formación de causas e impedir la entrada a la península a todos los mexicanos y extranjeros.
Gerónimo López de Llergo descontento, se lanzó a la lucha y resulto triunfante.
Con la derrota de Carvajal se estableció el orden constitucional en agosto de 1832 volviendo al gobierno López Constante, quien después de nulificar los acuerdos tomados durante el periodo centralista, se organizó la administración pública
Segundo golpe centralista
A principios de 1833 fue nombrado Presidente de la República Antonio López de Santa Ana. Los federalistas perdían poder y se habían disuelto las Cámaras legislativas. La influencia de Santa Ana en Yucatán se hizo manifiesta a través de Francisco de Paula Toro, quien ocupaba el cargo de comandante militar de este estado.
Toro comenzó a hostigar al gobernador Juan de Dios Cosgaya y Rubio. El Congreso del Estado lo destituyó del puesto militar, como respuesta se levantó en armas en Campeche contra el gobierno; proclamó el centralismo y la reposición del Congreso disuelto en 1823.
Una vez instalado en general Toro en el poder, desconoció todas las disposiciones del gobierno anterior y convocó a elecciones para los Poderes locales.
De 1835 hasta 1839, se mantuvo en la península el régimen centralista
Estas medidas afectaban a todos por igual, impulsarían la unión que años más tarde habría de darse entre yucatecos y campechanos para declararse independientes de la nación, el 2 de mayo de 1839 estallo un movimiento federalista en Tizimin, comandado por Santiago Imán, en contra del gobierno centralista. Santiago Imán invito a los indígenas a adherirse a su causa, dotándolos de armas, tierras y se les liberaría de los pagos. Con el apoyo de los indígenas Imán logró obtener el dominio sobre las fuerzas centralistas. Entrando triunfante a la ciudad de Mérida febrero de 1840 proclamando de vuelta Yucatán en el régimen federal.
La gubernatura fue reasumida por Juan de Dios Cosgaya, y se restableció la constitución local de 1825
El 6 de junio de 1840, la ciudad de Campeche se rindió a los federalistas tras un sitio militar. El gobierno centralista de México le declaró la guerra a Yucatán.
Yucatán independiente
El 1 de octubre de 1841, las Cámara de diputados del Estado de Yucatán, da por aprobada el acta de independencia de la península de Yucatán. El primer artículo decía: “el pueblo de Yucatán, en el pleno uso de su soberanía que erige en republica libre e independiente de la nación mexicana.
La bandera de la República de Yucatán tiene una estrella por cada una de sus entidades
Su contribución más importante, reconocida internacionalmente, e inmediata fue el Juicio de amparo.
Además, estableció las siguientes figuras jurídicas que constituyeron un regreso, aunque con un tinte más radical, a las ideas liberales que inspiraron la Constitución Federal de 1824:
Las garantías individuales
La elección popular directa
El bicamerismo (diputados y senadores)
El reconocimiento de la libertad de culto o libertad religiosa.
MISION DE ANDRES QUINTANA ROO
Santa Anna, el nuevo presidente, comisionó a Andrés Quintana Roo —oriundo de Yucatán—, para establecer un diálogo con las autoridades yucatecas con el fin de que se reincorporasen a México. La labor de Quintana Roo rindió frutos y se firmaron los tratados del 28 y 29 de noviembre de 1841. En ellos se manifestaba que Yucatán conservaría sus leyes y aranceles de aduanas, así como la libre introducción de mercancías yucatecas a los puertos de la República que había sido suspendida, entre otras ventajas para Yucatán.
Sin embargo, ya en la Ciudad de México, los tratados de Andrés Quintana Roo y Yucatán fueron ignorados. El gobierno exigía que Yucatán se uniera a México y aceptara todas las leyes del Congreso Constituyente establecido por el dictador veracruzano. Se exigía además que Yucatán rompiera toda relación con Texas, pues México aún no reconocía la independencia de los texanos. Se intentaron varias vías diplomáticas, pero todo fracasó.
Invasión armada a la Península
Al fallar en su intento por someter a Yucatán el general Santa Anna envió fuerzas militares a la península para abatir a los independistas. En agosto de 1842 se presentó una escuadra militar mexicana en las costas de isla del Carmen (actual Ciudad del Carmen, Campeche) conformada por cuatro buques de guerra comandada por el capitán Tomás Marín, exigiendo la reincorporación de Yucatán a la República Mexicana. A los pocos días tomaron la ciudad sin encontrar resistencia militar.
El ejército santanista fue reforzado por cuatro mil hombres traídos de Veracruz y avanzaron a su siguiente objetivo: Campeche, ciudad que estaba protegida por gruesas murallas, construidas durante la época colonial, para defenderse de los ataques piratas. Tomaron la ciudad de Champotón, y tras varios intentos para tomar Campeche decidieron ir sobre la capital del estado, Mérida. Desembarcaron en el puerto de Telchac y tomaron una por una las ciudades de Motul, Tixkokob y Tixpéhual.
Los ejércitos mexicanos llegaron a la hacienda de Pacabtún en las inmediaciones de Mérida, cuando se enteraron por la vía de los hechos que los yucatecos ya tenían preparada la defensa de Mérida y contaban con el refuerzo de once mil indios mayas. El 24 de abril de 1843 el general Peña y Barragán (centralista mexicano), arrinconado y sin línea de retaguardia se rinde y se compromete a retirar sus tropas por mar hacia Tampico.
Segundo período de separación (1846 - 1848)
Este nuevo giro originó que el 1 de enero de 1846, la Asamblea Legislativa de Yucatán, declarara nuevamente la Independencia de Yucatán del territorio mexicano.
En ese entonces Yucatán tuvo que afrontar diversos conflictos pues además del que sostenía con México, al interior había también división entre los propios yucatecos: los de Mérida pugnaban contra los de Campeche, y, encima de ello, la llamada Guerra de Castas, que habría de convertirse en prolongada y cruenta guerra civil entre los "blancos" (criollos y mestizos) y los indígenas mayas que se sublevaron, estaba por desatarse.
En efecto, por lo que ve a las facciones políticas en disputa, por un lado estaban los partidarios de Mérida liderados por Miguel Barbachano y por otro lado los partidarios de Campeche, cuyo líder era Santiago Méndez Ibarra. Y en términos del otro conflicto, el más grave quizá, el de la guerra de castas en ciernes, éste se alimentaba del descontento de los grupos mayas sometidos por muchos siglos y sujetos a una inicua expoliación y que además, habían sido utilizados con gran descontento para ellos como carne de cañón en la invasión reciente de los centralistas mexicanos.
El 25 de septiembre de 1846 el gobierno mexicano derogó las leyes del 21 de febrero y reconoció otra vez los tratados de 1843 entre México y Yucatán restableciéndose la Constitución mexicana de 1824 y devolviéndose al país un carácter federalista. En Mérida la noticia fue recibida con satisfacción y estaban dispuestos a reincorporarse a la federación mexicana pero la reacción campechana no se hizo esperar y su cabildo se manifestó en contra de la reincorporación, alegando que México estaba en conflicto con Estados Unidos. La invasión de Estados Unidos a México sería unos meses después en 1847.
La rivalidad entre los caudillos Méndez (facción campechana) y Barbachano (facción meridana) llegó a tal punto que a comienzos de 1847 Yucatán contaría con un gobierno en Campeche y otro en Mérida. La flota estadounidense tomó Ciudad del Carmen en octubre de 1846 lo que había afectado las exportaciones de Campeche. De ahí que los campechanos optaran por la neutralidad en la guerra con Estados Unidos. Campeche entonces se pronunció contra el gobierno de Mérida el 8 de diciembre de 1846, desatándose el conflicto interno que complicaría las relaciones con México y que impulsaría la sublevación indígena al interior de la península. El 21 de enero de 1847 la capital yucateca se traslada a Campeche y asume el mando Santiago Méndez Ibarra.
La Guerra de Castas
Los mayas de Yucatán, cansados de la expoliación de que eran objeto por parte de la población blanca y mestiza, insatisfechos de la situación en que vivían, se levantaron en armas el 30 de julio de 1847. Fue en Tepich donde estalló la rebelión que habría de sostenerse a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, aunque los problemas de fondo que la originaron continuarían siendo motivo de inquietud hasta 1937. Para 1848 este conflicto que se llamó guerra de castas había cundido por toda la península y parecía que los indígenas podrían exterminar a sus enemigos.
Santiago Méndez, gobernador en turno, viéndose sumamente comprometido y temiendo perder todo frente a los sublevados ofreció la soberanía yucateca a cambio de auxilio económico y militar. Pidió ayuda al gobernador de la isla de Cuba, al almirante de Jamaica, a los gobiernos de España e Inglaterra, pero nadie atendió sus pretensiones. El gobierno de Méndez llegó al punto de que una comisión suya en Washington hizo el ofrecimiento formal para que Yucatán fuera anexado a Estados Unidos. Al presidente James Knox Polk le agradó la idea y pasó la Yucatán Bill al Congreso estadounidense, pero fue desechada por éste.
La sublevación maya llegó a ser tan importante que la población no-indígena de Yucatán corrió el riesgo real de ser aniquilada. Finalmente, el 19 de abril de 1848, cuando sólo le quedaban al gobierno yucateco el control de la ciudad de Mérida, de algunas poblaciones de la costa y el camino real a Campeche, representantes del Miguel Barbachano, quien actuaba de acuerdo con Méndez ante el conflicto bélico con los indígenas, y del cacique Jacinto Pat, firmaron el Convenio de Tzucacab, según el cual se concedía a los mayas algunas de sus peticiones de siempre: quedó abolida la contribución personal, reduciendo a 3 reales el derecho de bautismo y a 10 el de casamiento; se autorizaba a los indios a la roza-tumba y quema de los montes para sus sementeras; a no pagar arrendamiento; se les dispensaban los saldos acreedores de sus deudas y, se les reintegraban los fusiles que se les habían requisado después de la guerra con los centralistas.
Además, los artículos 5 y 6 del convenio reconocían que Barbachano y Pat serían gobernadores vitalicios, el primero de los españoles y mestizos, y el otro de los indígenas.
Cecilio Chi, el otro caudillo indígena de la guerra, que ejercía la jefatura de los mayas del Este, y quien pugnaba por el exterminio total de los blancos, por su parte, desconoció el convenio al que consideró una traición para la causa de los sublevados. Esta contradicción entre los dos líderes mayas dio, sin embargo, un nuevo rumbo a la conflagración salvándose la población blanca de la derrota total.
Otros dos hechos contribuirían a la declinación del movimiento indígena en ese momento crucial: la muerte del hijo de Cecilio Chi, que dio un golpe anímico severo al caudillo maya que lo hizo menguar en su combativa actitud y que, por otro lado, en apariencia inexplicablemente, por la época del año en que se hallaban, muchos miembros del ejército maya decidieron abandonar momentáneamente la lucha para acudir a sus lugares de origen a realizar las tareas inaplazables, sobre la base de sus tradiciones, de la siembra de sus parcelas. Esto resto impulso al acoso maya sobre Mérida y se pudo salvar la ciudad que ya se consideraba perdida.
MONARQUIA FRANCESA: SUS REPERCUSIONES EN YUCATAN.
El Grenade dejó la rada zarpando rumbo a sotavento. En el interior, Puebla cayó después de un prolongado sitio, iniciándose el recorrido trashumante del gobierno liberal. A fines de 1863 Campeche comenzó a padecer un bloqueo por mar y un asedio por tierra por parte de tropas imperialistas; pero las defensas se mantuvieron en su puesto, a pesar de que el 16 de noviembre desembarcaron los franceses en Champotón y se apoderaron del fortín de costa San Antonio en horas de la madrugada. El general Pedro Celestino Brito, jefe de la guarnición, avisado de la emergencia, salió del cuartel agrupando a un pequeño número de soldados y se fue al muelle, punto en el que avanzaba una lancha enemiga que, armada de una pieza de artillería, arrojaba granada y metralla. Rompiendo el fuego sobre la embarcación la hizo retroceder y se resguardó en el fortín. Brito organizó guerrillas que dispuso en los sitios conocidos con los nombres de Monjas, la esquina de El Molina y el paso La Bodega, desde donde atacaron a los invasores. En un momento ordenó el toque de diana, que aumentó la intrepidez de los guardias nacionales, quienes se arrojaron sobre los franceses y los obligaron a reembarcarse. Brito exaltó el valor de los soldados de la Guardia Nacional, que no permitieron que 50 enemigos se apoderaran de Champotón.
El ejército expedicionario francés avanzaba por el centro del país hacia el Norte. En la península, por una parte, los conservadores cercaban Campeche y, por la otra, la escuadra invasora con sus cañoneras Magellan, Brandon, Fleche y L´Eclair barría de plomo el litoral. Sin mayor esperanza las fuerzas nacionales capitularon el 22 de enero de 1864 a bordo del vapor Brandon, frente a Campeche. El documento fue firmado por Georges Charles Cloué, capitán de navío, comandante de las fuerzas navales, el general Felipe Navarrete, comandante en jefe de la División de Operaciones de Yucatán —mexicano imperialista—, y Pablo García, gobernador y comandante general del estado de Campeche. Las condiciones comprendían la apertura del puerto. Armas, municiones y establecimientos públicos se entregaron a Cloué, quien garantizó la vida de los habitantes. Cuatro embarcaciones que armó García y que tiraron contra las tropas yucatecas (El Oriente, La Faustina, La Gloria y La Rafaela) eran de propiedad privada y se devolvieron a sus propietarios después de que participaron en una operación organizada por el comandante Cloué. Sin embargo, el 25 de enero se notificó a García y a otros correligionarios una orden de expulsión para La Habana, hacia donde fueron embarcados en un paquebote. Después de 13 días de navegación llegaron a su destino y publicaron un opúsculo titulado Campeche y la Intervención, en cuyas páginas denunciaban la violencia empleada en su contra por Cloué, el despojo de la artillería de bronce sustraída de la plaza amurallada, así como la complicidad de Felipe Navarrete, titulado gobernador y comandante general de Yucatán.
Después de casi un año en La Habana, Pablo García fue autorizado por el comisario imperial José Salazar Ilarregui a regresar para dedicarse a trabajos mecánicos y para atender una familia sin recursos. No fue dejado en paz. El 13 de agosto de 1866 Antonio Muñoz, apodado el Chelo, se pronunció por la república en el barrio de Santa Ana, extramuros de la plaza; García fue arrestado. Con todo, logró huir hacia el barrio de San Román, rumbo a Tabasco. Cruzando tierras de pantano y selva llegó con el coronel Gregorio Méndez, quien le ofreció una pequeña fuerza y recursos de guerra para regresar a combatir al imperio. Retornó por Palizada, donde incrementó la tropa y se embarcó rumbo a el Carmen, donde fue perseguido por algunos vapores que, sin conocer los rumbos, fueron distraídos y hechos encallar. De esta manera los liberales de García establecieron su campamento en el rancho Balchaká. Durante un mes aumentaron sus fuerzas y prosiguieron en la ruta de Champotón hacia los barrios de la capital, donde se atrincheraron desde diciembre de 1866. Otro grupo llegó a Calkiní, cuya población no pudo arrebatar al enemigo, pero sí vencieron en Hecelchakán. Ahí cedieron tropas al general republicano Manuel Cepeda Peraza para batir poblaciones de Yucatán.
En la media noche del 31 de mayo de 1867, una columna de 200 hombres inició el acoso a la plaza amurallada bajo el mando del general Pedro Celestino Brito. Escalaron el lienzo y se apoderaron de los baluartes de San José y San Pedro, cuyos ocupantes se rindieron; el fuego se generalizó sobre los brazos de la muralla. Fueron cayendo los baluartes de la Soledad, San Carlos y Santa Rosa, hasta que el enemigo se rindió el 19 de junio, sujeto a la generosidad de los vencedores. En el mar, la escuadrilla también se rindió, esquivando de esta manera el abordaje que había dispuesto el capitán de puerto Vicente Capmany, aquel que años más tarde murió bajo el embrujo del famoso telegrama porfiriano de "¡Mátalos en caliente!". La república se restauró en Campeche. Poco después, el 3 de julio de 1867 el gobernador Pablo García despidió a los soldados y marinos que hicieron la campaña contra el imperio. Santiago Martínez Zorraquín evocó los momentos trágicos de la neutralidad que los cubrió de amargura en 1846, pero entonces "al anuncio de la guerra nos aprestamos a ella, y la sangre campechana ha corrido noble y profusamente derramada en toda la Península, desde Jonuta hasta Cabo Catoche".
Período del Porfiriato
A este episodio siguió uno de los períodos más importantes en la historia de Yucatán en general y de Mérida en particular: el auge henequenero, que dio a la entidad riqueza y prosperidad, y que vivió sus mejores días bajo la dictadura de Porfirio Díaz, cuyo poder terminó con la Revolución Mexicana de 1910.
Los 30 años que duró el gobierno de Porfirio Díaz fueron de mucha actividad arquitectónica; la ciudad creció y se transformó considerablemente. Se construyeron El Paseo de Montejo y el de Reforma, que quedaron flanqueados de suntuosas residencias, al igual que las colonias en donde vivían las clases pudientes.
Durante el porfiriato el cultivo, la industrialización y el comercio del henequén generaron tantas ganancias que opacaron y prácticamente paralizaron en Yucatán otras actividades productivas tan importantes como la ganadería.
Todo esto propició la aparición de ciertas circunstancias políticas, económicas y sociales que se pueden sintetizar de la siguiente manera:
1. El afianzamiento de la paz interna aplicando los métodos políticos y gubernamentales establecidos por la dictadura.
2. La aparición de signos de prosperidad derivados del auge del henequén y que contribuyeron a la creación del sistema ferrocarrilero local y a la realización de importantes obras materiales en la ciudad de Mérida y otras poblaciones.
3. El nacimiento de una clase económica reducida que no solamente controló la riqueza (agricultura, finanzas, comunicaciones, etc.), sino también el poder político).
4. La profundización de las desigualdades sociales y económicas entre las diversas capas de la población yucateca. Como ejemplo principal de lo anterior, pueden citarse las condiciones de los peones de las fincas y de los trabajadores urbanos.
5. El clima de asfixiante opresión política creada por los jefes políticos en sus respectivas jurisdicciones, y que acabó con las prácticas democráticas y los más elementales derechos individuales.
"Todas estas circunstancias fueron a su vez propiciadas porque a la manera como sucedió en el centro de México durante el siglo XIX, en Yucatán seguían disputándose el poder el Partido Conservador encabezado por Francisco Cantón, y el Partido Liberal, encabezado por Olegario Molina. Los liberales, herederos de Cepeda Peraza y del Instituto Literario, se hicieron cargo del gobierno en 1902 e iniciaron con Molina y después con Muñoz Aristegui, un gobierno que solo caería con la revolución"
Este grupo, representado principalmente por los hacendados henequeneros y los políticos y comerciantes ligados a ellos, trae a Yucatán las modas y la cultura de vanguardia del mundo desarrollado, para su uso y goce exclusivos, llegando incluso al extremo de importar a los propios profesionales, artistas y técnicos para que les sirvan.
El auge henequenero y las condiciones sociopolíticas establecidas y sostenidas por el régimen porfirista en Yucatán, permitieron que un pequeño grupo de gente acaparara enormes riquezas y con ello el control cultural de la entidad, hecho que también influyó grandemente para producir esas circunstancias o características especiales de la arquitectura local.
"Los pros y los contras"
Todo esto genera entonces una notable modificación de la arquitectura regional, pues los antiguos modelos coloniales y los de la época independiente (con características muy similares) son violentamente transformados y sustituidos por las nuevas modas academicistas de corte ecléctico.
Esta transformación no solo se dio en la arquitectura de Mérida, sino que abarcó a toda la región, incluyendo a los ranchos y las haciendas.
El neoclásico en su versión decimonónica, el neogótico y la corriente ecléctica arquitectónica, se constituyen como modas que cunden, no solo entre el grupo de poder, sino también en el resto de la sociedad burguesa que de acuerdo con sus posibilidades, imita o interpreta los cánones formales y expresivos de estas corrientes, tendencias o estilos.
Esta industria registró en realidad un tremendo impulso desde 1880, ya que a partir de ese año se modernizaron los instrumentos de trabajo y los medios de comunicación y transporte; el mejor ejemplo es la introducción del ferrocarril, en 1875, con la ruta Mérida-Progreso. La red ferroviaria, que sirvió para aligerar el traslado de las pacas de henequén hasta el puerto para su embarque, se extendería después a otros lugares del estado como Valladolid, Peto y Ticul, y en 1898 se amplió hasta el estado de Campeche.
Así, resultado del orgullo de la romántica y positivista época porfiriana fueron las obras del alumbrado público, los tranvías, el tren, el saneamiento de la ciudad, aunque no pudieron beneficiar a toda la ciudad.
El telégrafo, introducido en tiempos del Imperio, también se extendió en gran parte de la región. Este mejoramiento de las comunicaciones llevó a los capitalistas yucatecos a pensar que Mérida -importante centro político y administrativo- no podía quedar al margen de las mejoras materiales que se daban en otras ciudades del país, así que de inmediato emprendieron su transformación.
Los servicios públicos fueron los primeros en modernizarse. El antiguo sistema de alumbrado de lámparas de petróleo dio paso a los focos eléctricos, principalmente en las calles del centro de la capital; se intentó pavimentar y adoquinar todas las calles, intento infructuoso debido a los lodazales formados por las lluvias; también se hicieron planes para un sistema de drenaje, pues los problemas sanitarios resultantes de la acumulación de agua y desechos orgánicos eran fuente de infección y muerte, sobre todo en la población infantil; sin embargo, el proyecto tampoco cristalizó.
La introducción de tranvías tirados por mulas también creó conflictos sanitarios, puesto que los desechos orgánicos de los animales eran una fuente continua de infección y contagio, aunque a final de cuentas el tranvía fue un elemento modernizador muy bien aceptado que pronto comenzó a recorrer los principales puntos de Mérida, situación que también ocasionó algunos accidentes como atropellamientos o caídas de pasajeros "pasados de copas".
El cambio de patrones culturales entre los Meridanos incluyó también el conocimiento de los grandes inventos de la época; como el fonógrafo y el cinematógrafo de Lumiére, con el que se ofrecían exhibiciones en el Teatro Peón Contreras y el desaparecido Circo Teatro Yucateco, así como los grandes progresos de la fotografía que se podían palpar en los periódicos locales.
En aquel periodo del gobierno porfirista, en el que aparentemente existía una "tranquilidad pública" muchos intelectuales mexicanos llegaron a pensar que el progreso del país era posible gracias al aprovechamiento del potencial de trabajo de una densa población indígena; así, pensaban, México se podía convertir en un país "civilizado", cómo los existentes en la Europa "culta y desarrollada".
Y para lograr tal transformación era necesario crear una imagen ante el exterior: se proporcionó información sobre el país en exposiciones internacionales de Francia y Estados Unidos a fin de promover las ventajas de invertir en México. Los esfuerzos rindieron frutos y capitalistas extranjeros, especialmente ingleses, comenzaron a impulsar diversas ramas de la economía nacional. Por otro lado, insistiendo en los postulados liberales que llevarían a México a integrar el grupo de "las grandes naciones", los intelectuales porfirianos hicieron énfasis en la educación y el trabajo.
"La riqueza proyectada de forma arquitectónica"
Es durante esta época que se construyen nuevos edificios para albergar instituciones públicas. El Registro Civil (64 entre 65 y 67) en 1905, los hospitales O'Horan y Ayala, inaugurados conjuntamente con la última etapa de la Penitenciaria Juárez por el presidente Porfirio Díaz en 1906. El local de salubridad en el paseo de la Reforma (72 por 55) en 1910, el Palacio Federal, ahora Correos, en 1908. También son edificadas las escuelas de los barrios de la Mejorada, San Sebastián y Santiago.
Se construye para adorno de la ciudad y satisfacción de la vanidad de la sociedad meridense el local magnífico del nuevo teatro Peón Contreras, inaugurado en 1908.
Aparecen también en esta época los primeros edificios construidos para hoteles, aunque ya existían casas adaptadas. El Gran Hotel en 1902 y pocos años después el Regis, ambos en la 60 por 59, son de tres plantas con patio de corredores y columnas corintias.
En la zona comercial hubo nuevos edificios: El Candado (60 por 65), El Siglo XIX y el edificio de la Ritter y Bock. También los locales de los bancos: Nacional de México, (50 por 56 ya demolido), el Banco Yucateco (58 entre 65 y 67) con su fachada neoclásica rematada por un gran frontón y el Banco Mercantil en la 65 entre 60 y 62.
Por su parte, el clero construyó la iglesia de San José de la Montaña al sur de la ciudad (60 por 79), la iglesia de Lourdes, consagrada en 1908, y el conjunto del "Pich": el ex asilo de huérfanos con su iglesia neogótica consagrada en 1890 (53 por 54). Se termina la construcción el templo de San Sebastián y anexo a él un cuartel con su portal al frente.
Hacia finales del siglo XIX, en 1883, se destruye la antigua casa de los Gobernadores para construir un nuevo local inaugurado en 1892, más de acorde con la dinámica económica de la explotación del henequén.
Sin embargo, lo que realmente definió a este período fueron las modificaciones urbanísticas: el Paseo de la 59, el paseo de la Reforma, y sobre todo el Paseo de Montejo; en todos éstos se construyeron espléndidas residencias para los hacendados y grandes comerciantes, que habían comenzado a construir en el camino y la plaza de Itzimná. Edificados desde finales del siglo XIX (y principalmente entre 1902 y 1905), éstas son casas rodeadas de jardines, de una o dos plantas, en muchos casos sobre sótanos o una elevación, en muchos casos con la decoración ecléctica en boga en aquel entonces.
Ejemplos de éstos son Las Casas Cámara y el Palacio Cantón en el Paseo de Montejo; la casa de las familias Monzo y Cicero en la Plaza de Itzimná, el Pinar y la ahora escuela para invidentes en la 60, así muchas otras hasta unas 40 aproximadamente.
De igual manera fueron construidos en el centro de la ciudad un gran número de casas de una y dos plantas, de gran tamaño conservando el patio central tradicional y el alineamiento. De los mejores ejemplos son el Instituto Benjamín Franklin, la casa del gobernador Olegario Molina en el parque de la Mejorada con 57; el actual local de la Biblioteca del Estado, el conjunto en el cruce las calles 61 por 66; el local de medicina familiar del IMSS (59 por 64), y la casa de la esquina sureste de la calles 60 por 69.
Hay algunos ejemplos como la Casa del Lagarto, las tres casas en la 59 en su tramo de la 61 por 54. En otros casos, a diferencia de las otras del centro, son antecedidas por un pequeño jardín o un portal y en algunas casas no cuentan con patio central. En este sentido son más cercanos a los del Paseo de Montejo e Itzimná en su aspecto compacto y extrovertido.
Es quizás éste periodo el de mayor riqueza pero menor originalidad arquitectónica, ya que fueron copiados de modelos extranjeros.
"La moda extranjera"
A este período corresponde la construcción de casas de madera con modelos de Estados Unidos.
Siguiendo la misma técnica de casas ajardinadas construidas a lo largo de avenidas arboladas, fueron construidos los nuevos desarrollos urbanísticos, como las avenidas Pérez Ponce, del Campo Deportivo y Colón, este último con el Parque de las Américas construido en los años 40s.
Además de transformaciones en el paisaje urbano y los problemas sociales que trajo consigo el desarrollo económico de Yucatán en las dos últimas décadas del siglo pasado, hubo otros aspectos de la vida social de Mérida que también presentaron sustanciales modificaciones en sus patrones culturales.
A través del comercio de importación de prendas de vestir europeas y diversos materiales utilizados en la industria henequenera, así como los viajes al extranjero de la élite hacendaria, se fueron adquiriendo elementos culturales extranjeros y novedosos para la sociedad yucateca del siglo XIX.
El caso más notorio fue el de la práctica de ejercicios físicos para mantenerse activos y en buen estado corporal, adquiriendo este culto a la personalidad una importancia cultural que se vio reflejada en varias publicaciones de ese período: esgrima, tenis, gimnasia, equitación y, sobre todo, las carreras de bicicletas, implantaron su presencia en Mérida. En el ya desaparecido "Sport Club" se organizaban competencias en terrenos cercanos a la quinta San Fernando, al norte de la ciudad e incluso se construyó un velódromo en el entonces pueblo de Chuminópolis; poseer una bicicleta en aquellos años significaba pertenecer a un estrato socioeconómico pudiente.
Sin embargo, la Mérida que vio llegar la modernidad porfiriana sufrió también un caudal de consecuencias no deseadas, ya que la capital experimentó una transformación cultural de la que derivaron numerosos problemas socioeconómicos.
"El lado oscuro"
Durante el porfiriato, Mérida también se llenó de problemas sociales de la época, como la criminalidad, la prostitución, un incremento de delitos de diversa índole, desde simples robos hasta homicidios; todo esto despertó gran preocupación entre los yucatecos de la capital. Esto es fácil de observar en diversos artículos de la época que trataban ese fenómeno social, que no sólo afectaba al sector más privilegiado económicamente de la sociedad, sino también a otros estratos como artesanos, comerciantes, estudiantes y hasta a amas de casa; la alarma creció cuando los robos llegaron a cometerse en comercios y casas del centro de la ciudad.
Ante tal situación, salió a relucir el lamentable estado en que se hallaban los cuerpos policíacos municipales: en 1882, no había más de 30 agentes, mal vestidos y con implementos de defensa inadecuados y lo que es peor, muchos afectos a ingerir bebidas alcohólicas durante el desempeño de sus funciones.
A pesar de los esfuerzos de los ciudadanos por contar con un cuerpo de seguridad efectivo -como una policía nocturna subsidiada por el Ayuntamiento y la Cámara de Comercio, y la creación de un instituto de vigilancia denominado La Gendarmería, con organización tipo militar que dependería directamente del gobernador- la criminalidad no disminuyó. El número de delitos siguió en aumento en décadas posteriores, lo que se atribuyó a la presencia de población foránea, como huastecos, canarios y chinos que, al no acostumbrarse a las labores de las haciendas henequeneras, habían optado por emigrar a la ciudad, en donde vagaban durante el día y cometían actos delictivos durante la noche.
Paralela a la criminalidad, la prostitución fue un fenómeno social y cultural que también repercutió en la época. El problema era tal que en 1881 el Ayuntamiento meridano elaboró un reglamento para las mujeres y casas públicas, a fin de evitar la propagación de enfermedades venéreas entre la juventud.
En Yucatán, ante la gran tensión que significó el aumento de los delitos urbanos, las autoridades tomaron en consideración las propuestas de varios intelectuales yucatecos -Eligio Ancona, Felipe Pérez Alcalá y Javier Santa María, entre otros- quienes desde los medios escritos de la época proponían la instauración del régimen de penitenciarias, sustituyendo la cárcel pública que funcionaba en la Ciudadela de San Benito, la cual ya resultaba inoperante por su hacinamiento e inseguridad.
Así, en 1897 se inició la construcción de la Penitenciaria Juárez en terrenos del desaparecido pueblo de Santa Catarina, la cual se inauguró en 1895.
PROYECTO INTEGRADOR:
https://drive.google.com/open?id=1DjK096nVRL99SDdGvR0V7_YogCumWBet
Enterado Jorge Tamayo 1D
ResponderBorrar